Ocupa un lugar importante en las preferencias del costarricense, la frecuentación de las salas de cine es alta. Sin embargo, en cuanto a producción nacional, y a pesar de los avances alcanzados en los años sesentas y de la mano de realizadores tales como Víctor Vega, durante su permanencia en el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (institución cinematográfica oficial, comúnmente conocida como el Centro de Cine), el movimiento fílmico declinó a finales de los años ochenta. Se mantiene una constante producción de documentales, muchos de ellos bajo encargo de organizaciones no gubernamentales; y una industria publicitaria vasta que emplea a un buen número de profesionales del audiovisual. En Costa Rica es usual que se realicen campañas publicitarias para el resto de América Central; y muchas producciones estadounidenses, europeas y sudamericanas utilizan al país como locación. Una única universidad privada oferta la carrera de cine. La Universidad de Costa Rica gradúa productores audiovisuales por medio de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva; y el Instituto Nacional de Aprendizaje posee el Centro de Imagen, una escuela técnica para vídeo y televisión. Hay especialistas graduados en cine en el extranjero, particularmente en Cuba. Esto permite esperar un eventual repunte de la producción en este Arte.
Recientes esfuerzos independientes por crear una industria cinematográfica han chocado con la apatía del Estado y del público. En los últimos 10 años se han producido más largometrajes de ficción que en los 50 años anteriores. Sin embargo, los productores se enfrentan a un mercado sumamente pequeño que les dificulta sufragar los costos de producción ni de distribución (sólo buenas perspectivas de exportación podrían dar alguna esperanza en este sentido). La problemática se agrava cuando observamos que el público está más acostumbrado a ver películas estadounidenses que nacionales, una problemática que lejos de ser local, afecta a la totalidad del cine latinoamericano. El Ministerio de Cultura posee una oficina especializada en velar por el desarrollo del cine costarricense. El Centro Costarricense de Producción Cinematográfica, es la oficina del estado con menor presupuesto, comparándolas con todo el aparato estatal en su totalidad. Sin embargo, se dan esfuerzos de coproducción entre esta oficina, y productores independientes. Además, desde hace 15 años se realiza la Muestra de Cine y Vídeo Costarricense, un festival que reúne el grosso de la producción nacional en ficción, documental y videoarte.
Cabe mencionar, por otra parte, la desaparición de antiguos cines de pueblo, como "El Roble" en Alajuelita, "El moderno", el "Center City" o el "Rex" (en el centro del la capital). En su lugar han proliferado los cines de grandes centros comerciales. No obstante, aun así, el cine presenta una excepción importante en el panorama cultural costarricense, en el sentido de que contrario a la música, la literatura y el teatro, en el país existe un público acostumbrado a ver cine de autor, cine alternativo (además de mostrar aprecio por las producciones corrientes hollywoodenses), en suma, lo que en algunos círculos se considera, con o sin razón, como cine de calidad. El motivo de esto es, por un lado, la existencia, desde hace varias décadas, de una conocida sala de cine especializada en cine alternativo y de autor (la Sala Garbo), y, por el otro, el esfuerzo efectuado en algunas universidades, centros culturales periféricos e incluso centros de alquiler de videos por proponer tales producciones dentro del marco de series temáticas (gay, latinoamericano, de derechos humanos, de autor -como Eisenstein, Truffaut-, etcétera).
Tampoco es raro que en las más pequeñas tiendas de alquiler de video se encuentren disponibles películas que no han sido proyectadas en las grandes salas o que haya series de clásicos que la gente consume regularmente. La cultura fílmica del costarricense puede sorprender.